martes, diciembre 30, 2008

De Revolución a Dictadura: La historia como proceso.

Se cumple el 50 aniversario de la Revolución Cubana y el acontecimiento acapara la atención de la prensa. Toneladas de tinta, teramuchos electrones y ríos de saliva se gastan por estos días en relación con la, hoy, luctuosa efemérides y su significado para Cuba y, en ocasiones, para otros lugares del mundo muy distantes de nuestra exigua geografía. Se pueden hallar trabajos que descubren las facetas interesantes de nuestra historia más reciente y de las causas que condujeron primero a la Revolución y luego a la dictadura, como por ejemplo las aristas más nefastas de la personalidad de Fidel Castro, o la influencia de las ideas seudo-comunistas del Che Guevara en los primeros años del proceso, la destrucción de la economía por los diferentes experimentos acometidos por la fértil imaginación de nuestro otrora Comandante en Jefe, ahora Coma-andante en Jefe.

Como para casi todo el mundo la rotunda fecha es motivo de reflexión y balance del aún corto tiempo de exilio voluntario. Luego de cuatro años con acceso más o menos libre a los análisis y opiniones sobre el “asunto” cubano aún no he logrado encontrar alguna que explique en su totalidad y con coherencia estos últimos diez lustros de la vida de nuestro país.

Es necesario mencionar que la inmensa mayoría de estos trabajos se han originado fuera del país, tanto en la prensa extranjera como en los diferentes medios digitales de los que disponen los exiliados como alternativa a la prensa tradicional y generalmente sus autores nunca tuvieron o perdieron hace mucho tiempo un contacto sistemático con la realidad cubana y sólo conocen de oídas lo que pasa en la isla. (Esto aplica también a los reporteros extranjeros acreditados en Cuba, cuyas condiciones especiales de trabajo y en algunos casos sus limitaciones profesionales les empañan la visión que tienen del proceso cubano) Aún teniendo en cuenta esta circunstancias en mi opinión acercamientos al proceso adolecen de varios defectos que restringen el valor práctico para el futuro casi inmediato que espera a los cubanos. Aclarando que no todo lo leído por mí tiene todos ni los mismos defectos.

Entre los defectos más significativos de las diferentes corrientes de opinión encontramos los siguientes:

1) Desconocer que no se pudo hacer una revolución y luego una dictadura sin el apoyo de una abrumadora mayoría del pueblo cubano. Si bien la personalidad megalómana de Fidel Castro ha influido notablemente en las características del proceso hasta convertirlo en una dictadura personal, no es menos cierto que esta revolución no se hubiera producido sin este apoyo mayoritario del pueblo cubano y cuando digo pueblo estoy incluyendo no sólo aquellas clases sociales que Fidel Castro mencionaba en “La Historia Me Absolverá”, sino casi todo el mundo incluyendo una inmensa mayoría de la burguesía, excepto la más vinculada a la dictadura anterior. La Revolución Cubana no es un producto de Fidel Castro sino que Fidel Castro es un producto de la Revolución, Fidel Castro es la expresión más sintética del pueblo de Cuba a finales de la década de los 50 y durante buena parte de los siguientes 30 o 40 años. En mis 40 años de vida en la isla nunca escuché a gente alguna del pueblo llano criticar ni los fusilamientos del 59, ni los presos políticos, ni las expropiaciones, ni la homofobia, ni las UMAP, ni las palabras a los intelectuales, ni el Congreso de Educación y cultura, ni casi ninguna de las “reivindicaciones” de las que se hacen allende los mares. Si la gente llana en Cuba quiere mejoras no son aquellas que enmienden estas y otras tropelías de la dictadura sino aquellas otras que saquen a la economía de su crisis crónica y que le den cierta libertad económica a los cubanos y un mayor grado de bienestar material mientras se mantienen en un estado razonable los principales servicios sociales. El pueblo de Cuba estaría incluso dispuesto a un cambio de gobierno para que se solucionara la precariedad económica en que vive, eso no significa que las masas clamarán para que se les devuelvan las propiedades a sus antiguos dueños, ni levantarán monumentos a los maricones y les sudará la polla si hay libertad de prensa o no. La mayoría de los escritores, periodistas, “académicos”, agoreros y diversos comepingas del exilio olvidan que, mientras la llamada disidencia apenas logra reunir unos cuantos cientos de personas en un sitio que nadie se entera antes de caer presos, el Coma-andante, antes de morir, se paseaba impunemente calzando sus tennis Adidas por frente de la embajada americana con dos millones de cubanos apoyándolo detrás y estos no iban a punta de pistola, aunque es verdad que últimamente no iban con el mismo entusiasmo con que lo hacían apenas unos años atrás.

2) El otro gran error ha sido el de achacar a los comunistas y a la ideología Marxista-Leninista, las causas y las consecuencias de la Revolución Cubana. Una de las más cómicas teorías es la de la conspiración comunista de Fidel Castro que estuvo ocultando su verdadera faz para luego darle un susto a todo el mundo. El uso maniqueo del lenguaje de la guerra fría actúa como rémora en el pensamiento de nuestros más “ilustres” pensadores del exilio. Si bien dentro de los principales protagonistas de la Revolución hubo algunos autodenominados “comunistas” como el Che Guevara, en realidad el Partido Socialista Popular que es el que formalmente podemos identificar con las ideas Marxistas-Leninistas tuvo una participación accesoria en la Revolución y luego más que tomar el poder fueron tomados por el poder. Con la creación del PURC de inspiración más franquista (fascista o nazi) que comunista Fidel Castro se hizo jefe de todas las organizaciones revolucionarias entre ellas el PSP, pero en las que se incluían otros movimientos como el propio 26 de Julio que no estaban formados por comunistas y donde las ideas marxistas-leninistas no eran ni mucho menos las preponderantes. Este partido fue rebautizado varias veces hasta convertirse en el Partido Comunista de Cuba y de donde fueron espulgados muchos antiguos militantes comunistas para obtener un partido a la medida de las necesidades de Fidel Castro, quien nunca antes se afilió a ningún partido “marxista” que no fuera el suyo propio. La lucha guerrillera nunca se planteó en términos de lucha de clases ni de acabar con la explotación capitalista del proletariado sino en términos de restaurar la constitución de 1940 en gran parte obra del propio dictador Fulgencio Batista y de los comunistas que lo acompañarían en el gobierno durante la guerra mundial. La asociación de Fidel Castro a las ideas comunistas y la conversión de Cuba en un país más o menos al estilo del “socialismo” real fue una conveniencia coyuntural debido al soporte que representaba la URSS para la supervivencia de la Revolución. En cuanto la URSS se “desmerengó” se desvaneció la fraseología “marxista” de Fidel Castro y cuando ha mencionado a Marx ha sido para criticarlo y hacer ver como Marx no podía prever el mundo moderno y justificar de esa forma su permanencia en el poder. El marxismo dejó de enseñarse en las universidades y se permitió entrar al Partido Comunista de Cuba lo mismo a católicos que santeros, no importaba si comulgaban con la concepción materialista de la historia mientras comulgaran con las concepción de Fidel Castro y lo apoyaran incondicionalmente. Por tanto pretender buscar soluciones prácticas al problema cubano sobre una base ideológica basada en el marxismo es un error garrafal y la prueba es como ha sobrevivido la dictadura luego de 20 años de desaparición de “socialismo” real en Europa.

3) El otro problema en los análisis está en cortedad del enfoque temporal o en el filtro ideológico. Se mira a la Revolución Cubana como si cada fecha fuera decisiva y como si en todas ellas la situación hubiera sido la misma y cupieran los mismos análisis y se pudieran aplicar las mismas recetas y no como un proceso continuo de transformación desde una Revolución democrática popular hasta una dictadura unipersonal de la que no se salvan ni los más grandes personeros del régimen, y desde un apoyo entusiasta de la casi totalidad de la población hasta una situación de, en el mejor de los casos, de pesimismo sobre el futuro o, en el peor, de un apoyo oportunista. Los hitos más significativos a los que me refiero son los siguientes:

a) 1959, El Triunfo Revolucionario,
b) 1961, La invasión de Bahía de Cochinos
c) 1962, La crisis de los misiles.
d) 1968, La ofensiva revolucionaria
e) 1970, La zafra del 70
f) 1971, El congreso de Cultura
g) 1976, La institucionalización
h) 1980, El Mariel
i) 1986, La Rectificación
j) 1991, La desaparición de la URSS
k) 2006, La “muerte” de Fidel o el principio del fin.

Es sintomático que el período al que todos dedican más atención, con el que se cuenta con mayor cantidad de datos, hechos, anécdotas, etc es al de la primera década de la Revolución, quizás el único en que puede llamársele por ese nombre. En parte se debe esto al hecho de que muchos de los escritores que han escrito sobre el tema hace muchos años perdieron el contacto de lo que pasa en Cuba, en parte a la dificultad de extraer información más o menos fidedigna de las publicaciones de la dictadura y en buena parte porque luego de aquella primer etapa hasta la caída de la URSS en la isla se vivió una relativa calma alterada por algunos hechos significativos aunque aislados como fue la estampida del Mariel. Pero realmente en la Cuba actual tiene más peso e importancia para los acontecimientos futuros el sistema que se instauró a partir de 1976 que la serie de acontecimientos que sucedieron en la década del 60 que la inmensa mayoría del pueblo cubano, si los vivió, ni se acuerda.

4) El otro gran fallo de los análisis vistos hasta ahora es considerar el problema cubano como un diferendo con los EEUU. En realidad este diferendo ha sido indirecto y cada parte no ha estado en conflicto una con la otra sino en relación a una tercera entidad que constituía el enemigo principal. Para los EEUU el enemigo principal era la URSS y Cuba formaba parte del engranaje de la maquinaria de guerra soviética. Sin la URSS no habrían habido guerrillas en América Latina instigadas por Castro, ni hubiera habido participación cubana en África. Bueno sin el apoyo de la URSS no estuviéramos hablando hoy de un 50 aniversario y Fidel Castro sería otra anécdota más en la historia de Cuba. Al desaparecer la URSS la importancia de Cuba también desapareció y quedó sólo como asunto de política interna en relación con las elecciones en Florida, también desaparecida esta influencia como se demostró en las elecciones de Clinton y Obama como presidentes es poco el conflicto que genera Cuba especialmente en un mundo donde han aparecido zonas mucho más peligrosas que una islita del Caribe que nunca fue peligrosa por si sola. Por otro lado el diferendo visto desde el lado cubano era en realidad con el exilio cubano de Miami en el que Castro veía una verdadera amenaza para mantenerse en el poder. Bajo la cubierta del lenguaje antiimperialista se escondía primero un odio enfermizo a sus enemigos políticos, se encontraran donde se encontraran, desde los más antiguos como sus parientes los Díaz-Balart hasta los más recientes como los pertenecientes a las últimas oleadas de inmigrantes, pues para Fidel Castro todo aquel que no se ponga incondicionalmente bajo sus órdenes es un enemigo y siente hacia ellos un odio visceral debido a su desequilibrada personalidad pero también sabe que de esos enemigos es desde donde único puede llegarle algún peligro, descartando la agresión directa de los EEUU y teniendo garantizada la adhesión de la inmensa mayoría de los que vie. El disfraz antiimperialista que tomaba el discurso tenía un fin único y era proporcionarse el apoyo de diferentes fuerzas políticas internacionales que les importaría menos si el poder de Fidel Castro le fuera arrebatado por otros cubanos, que si este se viera amenazado por una gran potencia como los EEUU.

5) La otra gran carencia de los análisis es obviar que el interés despertado por Cuba en el resto de la geografía mundial no viene dado por la preocupación en el destino de los cubanos sino en las ambiciones particulares de cada uno de los países, grupos políticos, agentes sociales o ente de cualquier naturaleza que pretenda sacar una ventaja particular en el apoyo o la crítica a la dictadura. No existe absolutamente ninguna actitud desinteresada en la relación con Cuba de estas entidades. De la misma manera que en la caridad cristiana no existe un verdadero interés en salvar al menesteroso sino salvar la propia alma, tampoco existe un verdadero interés en salvar a los cubanos de la dictadura sino en la satisfacción de las propias conveniencias políticas, económicas o sentimentales de las partes involucradas. De ahí se desprende la cantidad de actitudes ambiguas que dejan con la boca abierta a la inmensa mayoría de los analistas como el hecho de que gobiernos y partidos de convicciones y tradiciones democráticas acepten como a par a los dictadores cubanos Castro I y II. No os asombréis queridos académicos que todos estos políticos tienen sus propias motivaciones que poco tienen que ver con los intereses de pueblo cubano. Algunos tratan de que les devuelvan dineros que sospechan perdidos, otros buscan alianzas estratégicas en una parte del mundo a la cual tendrían poco acceso, otros tratan de evitar la subversión del orden interno en sus países, otros buscan un barniz “revolucionario” que mostrar a sus votantes, los menos dotados para la política vienen buscando consejo de cómo salir de algunos atolladeros en los que se han metido, otros tratan de evitar que su territorio se les convierta en ruta para la trashumancia de cubanos hacia los EEUU y otros como es el caso del actual gobierno de España tratan de mantener votos entre la masa de gilipollas ignorantes que constituye la “izquierda” española, mientras incordian al principal partido de la oposición, que a su vez trata de utilizar el caso cubano para obtener réditos electorales de la errática política exterior de ZP-Moratinos.

(Continuará)