domingo, noviembre 04, 2007

Museandando: "El museo del Prado"

La puerta de Velásquez:



Lo poco que ahorra un funcionario cubano cuando sale al extranjero es para la pacotilla y no puede darse el lujo de estar yendo a museos, aunque sea a una de las más importantes pinacotecas del mundo. Luego de hacer algunos pequeños trucos como incluir desayuno y cena en la cuenta del hotel, que por supuesto paga el gobierno, para ahorrarse el estipendio de alimentación, cuando no algunos otros trucos mayores, como quedarse con el dinero del alojamiento, que ya ha pagado una empresa nativa con aspiraciones de llevarse un contrato, o abultar las facturas de alojamiento en acuerdo con los empleados del hotel, soborno mediante, el funcionario, sin sacudirse el polvo del camino y luego de preguntar, muy bien, donde se bebe y donde se come más “barato”, sólo piensa en una cosa, comprar pacotilla para llevar para Cuba.


Cuando hace 11 años vine por primera vez a Madrid, no pude ver El Museo del Prado. Había dejado la visita para el domingo, como me aconsejaron, pues era gratis - digo era porque a partir de ahora no lo será- pero aquel sábado, después de haber visitado El Escorial en la mañana, estuve de marcha hasta bien entrada la madrugada, o casi hasta el amanecer, y no hubo manera de levantarse al otro día temprano para atender al deber cultural de visitar El Prado, cosa que lamenté bastante, pero que no pude remediar.


Tres años después vino el Desquite, que no es una parada del tren de Hershey cerca de Canasí, sino la oportunidad de visitar el famoso museo. Luego de convencer, casi arrastrar, a los jefes que venían conmigo, previo a la sagrada visita a El Rastro, entramos al Prado entre un tumulto de japoneses y escandinavos. No se entendía una hostia de lo que decían, debido al ruido ensordecedor de los flashes de las Nikon. Las primeras impresiones son siempre las más impactantes. Estar delante de Las Meninas de Velásquez, casi dialogando con el pintor es una experiencia extraordinaria. Se le podrán dar todas las interpretaciones que se quieran de esta gran obra, pero a mi nadie me quitará la idea de que el extraordinario maestro del renacimiento español le jugó una gran broma a todo el mundo y con el pretexto de inmortalizar a la familiar real lo que verdaderamente ejecutó fue un magnífico autorretrato como diciendo: “Eh! aquí el importante soy yo, dentro de 400 años la gente se parará delante de este cuadro para verme” Y ciertamente cuando uno va al Prado va a ver a:

Velásquez



Luego de Velásquez y sus sempiternos acompañantes: Don Sebastián de Morra, el Niño de Vallecas y el bufón Calabacillas, ya que uno está ahí, aprovecha y mira también a los otros: El Tintoretto, Murillo, El Greco y Goya por mencionar los más importantes. El Greco con sus, alargadas y huesudas, figuras humanas y sus raras luminosidades es también un espectáculo impresionante e inolvidable, pero luego de Velásquez el pintor más importante del Prado es Goya. El dramatismo de los Fusilamientos del 3 de Mayo deja en el espectador una fuerte e imborrable impresión y por supuesto la Maja que nos gusta a Sabina y a mí.


En el último diciembre, de paso hacia Cuba arrastré a un grupo de colegas al Prado, pues nunca habían estado en Madrid y que mejor lugar para recuerdos que el del museo, antes de posar para las fotos en la Puerta de Alcalá y delante de El Oso y el Madroño de la Puerta de Sol. En esa visita noté lo que sigo notando ahora luego de su re-inauguración, que las luces, lejos de ayudar a la observación de las pinturas la entorpecen. Por el tipo de luminarias y el ángulo en que proyectan la luz desde los carriles, se refleja un brillo molesto, desde los óleos, que entorpecen su visión.


Finalmente este día de Difuntos volví a ir al Prado, me picaba la curiosidad por verlo terminado, luego de haberlo visto siempre rodeado de andamios, mallas y carteles de obra y como el diseño arquitectónico era de Moneo y habían anunciado tanto, en los medios, la exposición de pintura del XIX y además era gratis, pues me fui allá, hice mi colita de 40 minutillos, que no llegó a una orilla y entré por la puerta de Velásquez.


Pasé revista a los viejos conocidos -siempre hay que cerciorarse de que están con salud- y luego de perderme un poco, pues la señalización también es deficiente, me fui a ver el interior del, completamente nuevo, edificio de Los Jerónimos, digo completamente nuevo pues hasta las piedras de la fachada interior del Claustro fueron removidas y vueltas a colocar en su lugar, dejando a la vista el mortero de cemento gris en las juntas de las piedras, que le confieren un aspecto artificial a la estructura, como de decorado de cartón piedra. De su cacareada colección del arte del XIX, nada impresionante la verdad. Salvo algún que otro retrato de Madrazo, lo mejor de todo es un cuadro de Sorolla titulado: “Aún dicen que el pescado es caro” que narra las todavía difíciles condiciones de los pescadores y que me hizo recordar el reciente y trágico accidente de un barco de pesca de Barbate, Cádiz, que tuvo conmocionada a la opinión pública unos meses atrás.

Los Jerónimos:

Detalle de la puerta:

La observación más importante de esta visita ha sido la notable ausencia en el Prado de obras relacionadas con la conquista y colonización de América. Es asombroso como un hecho tan importante en la historia de España, que duró tres siglos, cuatro en el caso de Cuba y Puerto Rico, no se haga notar, de alguna forma, en las colecciones que atesora el museo. Hay una obra de José Jiménez Aranda que data de 1897: “Una esclava en venta”, pero la esclava es blanca. No hay un solo negro en el prado salvo unos músicos tocando en un cabaret. América es la gran ausente de esta gran pinacoteca.


Por supuesto nunca el Prado ha sido un museo de un día y ahora con la ampliación menos pues se ha duplicado su superficie, espero visitarlo muchas veces más y en mejores condiciones, es decir sin tanto público y con más calma. Espero que a este guajiro bruto e incivilizado le entre un poco de cultura en el coco, antes de que el coco le entre totalmente en la agri-cultura.

Casón del Buen Retiro:

4 comentarios:

analista dijo...

La primera y única vez que fui al Prado fue en 1996. Cada vez que he estado en Madrid en los últimos años por motivo de la Feria, el único día libre es el lunes y El Prado ha estado cerrado los lunes. Lo primero que fui a ver fueron Las Meninas de Velázquez pue una vez leí, no me recuerdo de quién, una poesía o ¿quizás prosa? ¿fue Carpentier? ¿o fue Dalí? "la meninas de Velázquez, abanicándose el chocho". Pero por mucho que indagué en el cuadro, no pude corroborar la alusión. Velázquez es grandioso, pero el que más me impresionó fue Goya. Sobre todo las obras de su período negro. Me he propuesto firmemente ir un fin de semana a Madrid para visitar de nuevo el Museo del Prado.

Manuel Sosa dijo...

De reportajes estamos! Te ha salido muy bien. Me gustaria uno de cementerios. Sugerencia para el futuro. Saludos.

Infortunato Liborio del Campo dijo...

Analista:

No conozco la alusión, pero lo que más me gusta del cuadro es Velásquez y el perro. Velásquez por cachondo ahí en el centro de la tela y el perro porque casi lo puedes acariciar, parece que se va levantar en cualquier momento y salir del cuadro, quizás lo haga por las noches, no lo sé, pero se me antoja que pudiera escribirse una historia o hacerse una peli donde luego que se apagan las luces del museo, todos esos personajes salen de sus hieráticas posiciones e interactúan. Lo interesante no sería el recurso que es manido, sino los personajes esos hablando y opinando de la realidad actual, del público del arquitecto, de la dirección y empleados del museo, de los políticos,etc.

Guajiro:
Gracias por...

analista dijo...

Manuel Díaz Martínez puso un post sobre el cementerio francés Père-Lachaise, hace pocos días.