jueves, mayo 31, 2007

El Coloso de Rodas (¿Cuento?)


I

Yo no sé que pasó después, ese mismo día renuncié y más nunca he ido por la empresa. Ahora me dedico a cultivar arroz en una tumba que hicimos el viejo y yo, ahí, entre el marabú que tanto abunda, hasta ver si aparece un trabajito decente por allá por Cienfuegos, porque te voy a decir una cosa, en este pueblo yo no trabajo más.

Si, ya habían pasado los tiempos del Toro Azul, aquel bravo animal de casi dos toneladas, que había sido admiración y deleite de todos los guajiros de esta zona, desde Cartagena hasta Real Campiña y desde Aguada hasta Palmira, adonde llegó su fama de semental y matador, cuando en una de aquellas ferias agropecuarias, que se celebraban en Rodas, escapó, a causa de su braveza y vigor, repartiendo cornadas de extremo a extremo del pueblo, no quedando hueso sano de guajiro que se le interpusiera en el camino, hasta que, al fin, entre cuatro monteros bien dispuestos, acudidos de fieros perros, lograron acorralarlo y reducirlo por aquel rumbo, cerca de la Unidad Militar “26 de Julio”, o como todo el mundo la llama “Los marañones”.

Tampoco existía la Playita, donde tantos guateques se hicieran y tantas cervezas se saborearan en otros tiempos de este pueblo de ganado, caña y arroz. Se llamaba “Circulo Social Obrero-Campesino 26 de Julio”, aunque todo el mundo le decía La Playita y estaba a orillas del Damují muy cerca de la carretera a Cienfuegos. Allí se fraguaron muchos raptos de guajiras y tantas peleas de honor entre los hombres de este pueblito, que, como otros, atravesaba los años más duros del período especial; tiempos difíciles donde faltaba lo más elemental, los alimentos, la ropa, el jabón, las medicinas, todo. El asunto comenzó de esta manera.

II

En la reunión mensual del Consejo de Administración se nos informó que, por acuerdo de los máximos órganos de de la dirección del Municipio, se había decidido hacerle un cartel en la entrada del pueblo, para que sirviera como símbolo e identificación de la firmeza y combatividad revolucionaria de sus vecinos y su actitud de lucha contra el Imperialismo Yanqui. También informaron, que el compañero revolucionario designado para cumplir tan honrosa tarea era…

-¿Yooo? -Pregunté sorprendido.
-Si compañero Alberto, usted como director de la Empresa de Construcción, Mantenimiento, Reparación y otros Servicios a la Población, ha sido designado para acometer tan honrosa misión.

-Pero si yo no tengo ningún artista, ni diseñador, ni siquiera un rotulista para hacer un cartel. Para eso hace falta alguien con cierto talento artístico, que lo diseñe, vaya, que lo haga bonito y yo lo que tengo en la empresa son albañiles, plomeros, electricistas y gente por el estilo.

-Pues, precisamente compañero, se ha decidido por esta dirección, que el símbolo proyectado será de concreto armado y se llamará el Coloso de Rodas, para que el Imperialismo sepa, que aquí, en Rodas, hay un pueblo irredento, que no dejará conquistar este patriótico y generoso suelo y que este pueblo es tan duro como el concreto del que estará forjado el Coloso.

-Con todo el respeto compañero presidente, yo opino que es necesario hacer algo más modesto, usted sabe, por la situación económica y la limitación de recursos. Va a ser muy difícil que podamos hacer una obra de tal envergadura.- Argumenté yo no sin razón, tratando de safarle el cuerpo a una tarea que se las traía.

-Mire compañero Alberto, ya, los factores, hemos evaluado objetivamente esa situación que usted plantea y sepa que hemos llegado a un consenso, de que las limitaciones materiales no pueden impedirnos, de ninguna manera, la realización de esta idea, que representa tanto para la dignidad de nuestro pueblo y todo aquel que se oponga o siquiera tenga alguna duda sobre la conveniencia de realizar esta tarea, será considerado un cobarde y un traidor e indigno de llamarse revolucionario y como tal será considerado y a ese si que se le va a poner dura la verga, pero en el lomo.

“Con esos truenos quien duerme.” pensé y dije:

-No, compañero presidente, usted tiene la razón y puede tener la plena confianza en que la tarea encomendada a esta Empresa será cumplida y no se escatimará ahínco y tesón hasta verla concluida, gracias al esfuerzo de nuestros trabajadores. Solo me queda una duda… ¿Para cuándo dicen que lo quieren?
-El Coloso de Rodas debe ser Inaugurado para el 26 de Julio de este año.

-Pero presidente… si estamos finalizando Mayo.

-Si Alberto, tienes dos meses para terminarlo. ¿Alguna duda?

-No compañero presidente, todo claro.

-Así se habla compañero director. Entonces viendo que como usted ha entendido la importancia de la tarea y no habiendo más nada que agregar damos terminada esta reunión.

III

Al día siguiente llegaron los dibujos del proyectado Coloso. Sin mentirles, era como de 25 metros de alto, cada pierna del Coloso debía ser cimentada a ambos lado de la carretera, entre ellas pasaría cómodamente una pareja de ómnibus, de esos grandes del Turismo, casi los únicos que pasan ahora por aquí, solamente la cabeza medía tres metros, en resumen, era poca cosa menos que el original que, cuenta la historia, se realizó allá en Grecia, sólo que, en lugar de antorcha, tendría en la mano una bandera cubana y en la cara una barba medio sospechosa. Lo primero que yo pensé es que aquí la gente se había vuelto loca, que había un brote de demencia colectiva o que yo estaba delirando y aquello era un sueño.

-Oye Alberto, tú no estás delirando, -.me dijo Rafael el Capataz cuando vio los planos.- tú sabes que aquí lo mismo, sembramos algodón, que hacemos una zafra de 10 millones, que metemos el discurso más largo de la ONU, que mandamos a Tamayo al Cosmos, así que ya, a mí, nada me sorprende. Ahora dime tú, cómo vamos a construir esto, porque lo que hay ahí en el almacén son tres o cuatro tablas, un rollito de cabillas, veinte o treinta sacos de cemento y un poco de arena, que es lo que queda en reserva para cualquier emergencia, un derrumbe, alguna reparación de urgencia en una escuela y cosas por el estilo.

-Coño ¿y qué pasó con todos los materiales de este trimestre?- dije medio sorprendido, aunque me sabía la respuesta de Rafael, que no se hizo esperar.

-Tú sabes bien, que aquí a cada rato llega un papelito, diciendo que le entreguen no se cuantos bloques a fulano, unos sacos de cemento a ciclano, que si unas tejas de fibrocemento para no se quien y así sucesivamente.

-Pero ¿tanto?- comenté haciéndome el chivo con tontera.

-Mira chico, a ti no tengo que decirte quien ha hecho la casa de la querida con los materiales que se asignan a esta empresa y las casas de los arientes y parientes de algunos jefazos de por aquí, y tú sólo no, eso lo sabe hasta el pipisigallo en Rodas y comarcas adyacentes.

-Bueno dime que hacemos, ¿Cómo justificamos este desastre?

-Ah no, por eso no te preocupes, que yo tengo guardados en mi casa, en un cajón debajo de la cama, todos esos papelitos de los de arriba, para protección de los de abajo. Porque en cualquier momento vienen a averiguar y la soga siempre se parte por la parte más finita.

-Rafa, algo tenemos que inventar, porque esto es una tarea del gobierno y yo me comprometí a terminar el Coloso antes del 26 de Julio.

-¿Para cual 26 de Julio?- me preguntó en tono de sorna.

-No te hagas el pichao, que tú sabes bien que es para este y lo que nos falta son dos meses. Oíste, los que nos falta, porque tú también tienes que mojarte en esto.

Rafael, como camaján viejo que era, se quedó cavilando un rato y luego dijo despacio.

-Ya está. Déjame eso a mí.

-Dime lo que se te ocurre viejo, que yo se que usted es un caballo.

-Aguaaanta, aguaaanta… que aquí Caballo hay uno solo… pero mira, lo que tenemos que hacer es darle largo al asunto.

-¿Cómo que darle largo, si esto es urgente Rafa?

-Urgente es todo Alberto, urgente es todo y al final nada se termina en tiempo. Aquí lo que hay que hacer es darle tiempo al tiempo y tú vas a ver que, de aquí al 26, aparecen 26 justificaciones.

-Y mientras tanto… ¿que?

-Mientras tanto, ponemos un par de negros allí a hacer cualquier cosa, hasta ver que se nos ocurre.

-Está bien. Dejo eso en tus manos. No me embarques.

IV

Como palo. Ese año vino superlluvioso y en Junio, entre San Juan y San Juan aquello fue el diluvio, no hubo día que no cayera un aguacero, a veces el día entero se lo pasaba lloviendo a todo tren, con truenos que parece estar cayendo raíles de punta. El Damují crecido, la presa aliviando al ful, a punto de reventar, toda esa zona baja, por el lado de Aguada, estaba inundada con el fango hasta la rodilla y no había casa que no se mojara, ni placa que no se filtrara.
Nosotros nos pasamos todo el mes cogiendo goteras en la panadería, en el policlínico, en las escuelas, en las bodegas, en las tiendas y hasta en la madre que me parió. Yo entré en una biblioteca, donde las maestras tenían los libros recogidos en pilas encima de las mesas, todo estaba mojado, porque allí llovía más adentro que afuera.

El asunto fue, que entre una cosa y la otra, llegó el mes de julio y por los días primeros vienen y me dicen que me presentara urgente en el Gobierno. Allá me fui corriendo y cuando llego, que el presidente me esperaba en su despacho. Entré e inmediatamente me preguntó.

-Alberto, ¿Qué pasa con el Coloso que veo que no se ha hecho nada por allá?

-Figúrese presidente, hemos estado muy escasos de recursos, además que, con lo de las lluvias, no ha habido chance de trabajar en exteriores y hemos estado cortos de personal que ha tenido que estar cogiendo goteras, reparando derrumbes, destupiendo tragantes…

-Pero Alberto, yo no le dije a usted que había que darle prioridad a esta tarea, que se le dedicaran todos los recursos disponibles, que esto no podía fallar. ¿Por qué usted no me advirtió antes de este problema? ¿Ahora que hacemos después que le hemos dicho a todo el mundo que íbamos a tener la entrada de Rodas lista para el 26? A ver Alberto, dígame, ahora ¿qué hacemos?

-Bueno presidente yo creo que aún tenemos tiempo para hacer algo, mucho más modesto, claro, por ejemplo podemos poner un letrero de hormigón con el nombre de Rodas, igual hacen todos los pueblos por ahí, como primera etapa, por supuesto y el Coloso lo hacemos para el 26 del año que viene.

El presidente se quedo pensativo y mirándome con odio, después de unos minutos dijo:
-Esto te va ha costar caro Alberto, te va a costar caro, pero más adelante, ahora haz el cabrón letrero de Rodas, para ver si tenemos algo para el 26 y luego nos veremos las caras, tú y yo, solitos.

Me quedé sin palabras y salí de la oficina con el rabo entre las patas, como agua que la lleva el viento.

V

No, no vayan a creer que hacer un letrero de cinco letras de hormigón gigantes es tan fácil como parece, claro, mucho más sencillo que lo del Coloso, pero hacer cualquier cosita en este pueblo es complicado y más con la situación que hay. Cualquiera escribe cinco letras en un papel, pero cinco letras de concreto de dos metros de altura, requieren de ingenio y sagacidad, sobre todo cuando no se cuenta con mucho y nosotros, bien se sabe, que no teníamos mucho.
Rafael se fue con su mejor carpintero y comenzó a hacer los moldes para las letras, con unas cuantas charranchas que todavía nos quedaban después del vendaval y unos pedazos de zinc viejos que arrancamos de unas naves de la granja de pollos “26 de Julio”, abandonada porque, hacía rato, que allí no había ni mierda de pollo. Ya para el día 24 habíamos logrado fundir las primera cuatro letras. Ese mismo día me citan para una reunión extraordinaria del Consejo de Administración, para chequear el cumplimiento de las tareas de la celebración del 26 de Julio en Rodas.

Dentro del plan de actividades a desarrollar con motivo del 26, se iban a reinaugurar dos bodegas que nosotros le habíamos cambiado el techo, con unas tejas de Fibrocem que nos habían entrado; la parada de la guagua a la que se le había dado un poco de cal y la gente de Tránsito le habían cambiado la señal, se iba a hacer una acto de conmemoración en la Escuela Primaria, que, casualmente, se llama “26 de Julio” y a continuación se iba a inaugurar el letrero de entrada del pueblo que ya estaba terminado.

-¿Terminado?- pregunté sorprendido.

-Si, terminado- dijo el presidente.

-Perdone presidente pero el letrero no está terminado aún.

-¿Cómo que no está terminado? Si yo mismo, personalmente, pasé esta mañana por allí y lo vi terminado. A ver, Alberto, dime que falta.

-Bueno presidente, el problema es que nos faltan unos pedazos de zinc para terminar de encofrar y fundir la letra S.

En ese momento el presidente se puso rojo y en un rapto de cólera, me gritó a toda voz en el medio de la reunión, cuyos participantes se quedaron atónitos.

-Pero Alberto, Alberto. Parece mentira que seas ingeniero. ¿Desde cuándo Rodas lleva S?

En ese momento pensé que me partía un rayo, me sentí tan impotente ante la ignorancia de ese hombre, que me fui encogiendo en el asiento, hasta que desaparecí como un miserable insecto aplastado por un pisotón.

2 comentarios:

Manuel Sosa dijo...

Infortunio:

Me he pasado un rato leyendo posts pasados. Ya habia visitado tu sitio, siempre por arriba, pero hoy lei los primeros posts. No lei el cuento de hoy, pero ya llegare a el.
Queria pedirte algo, pero no se por esta via. Si me das un e-mail, te digo ya. Si es que quieres conservar el anonimato blogger, pues te lo especificare en estos dias, por aqui.
Anyway, seguire leyendo tu blog, muy divertido y bien escrito. No me gusta usar esos calificativos tan inmediatos, pero ya te tengo mas confianza. Saludos.

Anónimo dijo...

Es verdad que casi me esperaba ese final de cuento, pero me ha gustado de veras. Felicidades. Que bueno, mi socio. Sosa.