Luego de un sol asesino
vistió la noche de urraca
y en la brisa palidecen
los rubores de la playa.
El cielo, azul en la tarde,
ya es una torta bellaca,
como un gran pudín de negro.
Estrellas: trémulas pasas.
Un vocerío de grillos
inunda oscuras distancias,
mientras el miedo retumba
en el cantar de las ranas.
De los perros, el aullido,
se encabrita en las montañas
y el olor de los jazmines
los semblantes apuñala.
Cuando la noche es así
y la luna está de gala
el frío de mis recuerdos
hasta los huesos me cala.
jueves, junio 28, 2007
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario