Hoy descansaré de mi eterno cinismo,
escribiré un poema de profundo lirismo,
evocaré la palma y su verde penacho,
me olvidaré del hombre en su triste despacho.
Quizás afuera trinen las golondrinas
lejos del polvo innoble de las oficinas,
el cielo azuloso anhelante me espera,
en el hedor y el tumulto de la cervecera.
El sol dora las nubes silencioso, arrogante,
cuando el camello arriba alevoso, humillante.
Heroicas proezas recoge el diario;
se sobrecumplen planes en el noticiario.
Hoy me siento alumbrado por la luz de la luna
porque fluorescente no queda ninguna.
Se me pierde la vista en este mar de estrellas;
se han roto los lentes de fondo de botellas.
Al fin dulce sueño en la cama me acoge
y no encuentro zapato que al ratón arroje.
Perdone el lector el engolado sofisma;
es este un muestrario de la vida misma.
miércoles, febrero 21, 2007
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