Para las sublimes causas
¡cuidado, mucho cuidado!
que puede ser peligroso
tener un vate agraviado.
Si no se ha logrado traer
silencioso a nuestro lado,
si con firmeza no ha sido
a nuestras filas captado,
aplique este proceder
por la ciencia comprobado.
Tómese por las dos alas,
grises o de colores
según reino y variedad,
córtensele con cuidado
porque se puede quemar.
No aconsejable matarlo
(Sólo en última instancia)
Pudiera ser reencarnado
en el tiempo o la distancia.
Mejor consérvese aislado
que no hable, que no escriba
que no le escriban, ni hablen,
hasta que se muera el verso
cuando en las venas le estalle.
Ausente de antologías
de ediciones y de fuegos,
mézcleselo con la plebe
en un trabajo modesto,
donde la lira se queme
sublimando el sentimiento.
Se deja pasar un tiempo
con el tiempo la memoria
que no se le mencione más
ni en las sanas ni en las rotas.
Y cuando halla perdido
toda llama fermentosa
cuando el pensamiento sordo,
mudo expire en su boca,
sobre todo, cuando ya
de nada sirva su nota
se deja libre, se arroja
a su ventura y congoja
como a la selva el macaco
que vivió en la jaula ignota.
¿Ya que carisma le queda?
¿Cuál es el daño que crea?
Que se le publique el verso,
que la critica lo ensaye,
que se le permita a veces
dar un salto en el aire;
para cubrir apariencias
es sano reivindicarle.
Esta receta fue probada
con dos o tres bardos tercos
y según las estadísticas
funcionó ciento por ciento
No obstante,
en infecciones agudas
consúltese algún experto
que en ciertos casos no tiene
efecto muy duradero.
Recomendamos tiranos,
toda clase de censores,
ocultadores de lunas,
reyes e inquisidores,
compiladores de índices
y segadores de flores.
Eso si, manténgase vigilado
que no le repunte el vuelo
que puede ser fastidioso
volver a jugar su juego.
Pero si tiene cuidado
en darle su tratamiento
le sale un poeta inocuo
digno de un enterramiento.
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