“Desde entonces, Fidel fue el gran inquisidor, aunque yo no lo sabía, no podía definirlo. Pero nos habían impuesto ser como él, que era más perfecto, más grande que el Ché, más iluminado que Martí. Eso decían. Y era fastidioso.”
Al principio el palestino este me caía mal. No sé donde empecé a toparme, con él, si en el Caimán Barbudo o alguna revista de esas. Éramos tan jóvenes. En todo lo que leía de él, me parecía arrogante, hasta el nombre árabe me parecía altanero. Leí un cuento de él muy malo: Serpa, que tenía el mérito de tratar un conflicto, en la anticonflictiva narrativa cubana, sobre un hombre que ya no era el de antes, se había aflojado. Lo que él no sabía era que con el tiempo todos nos aflojamos, o nos endurecemos que es una forma de aflojarse también. Se auto-antologaba, hacía trabajos críticos sobre los narradores de su generación en los que se incluía, sin saber que nadie se puede juzgar a si mismo. Pero sin embargo no sé porque razón siempre que tenía noticias de él o algunos de sus trabajos, me interesaba, me cautivaba, me envolvía, y con el tiempo comencé a relacionarlo con la idea, de que lo que Amir tocaba tenía mendó. A veces el odio es cariño. Y saben una cosa después que leí una versión electrónica de Jineteras que entonces se llamaba, Prostitutas en Cuba o Habana Babilonia, el tipo me empezó a caer bien y debo confesar que también le debo “Como Elefantes Blancos” una excelente colección de cuentos publicada, no sé todavía como, bajo su cuidado, de la que recuerdo ese excelente cuento de Jorge Domingo titulado “El Orgasmo Infinito” Creo con toda sinceridad que trataba de hacer su arte sin concesiones políticas desde una posición ética y estética constructiva y se mantenía en Cuba a pesar de los pesares y me imagino que como todo el mundo “inventando” para poder vivir y cabeceándole al sistema para poder publicar algo como los Elefantes. Yo dije: este es un estoico, como Frank Delgado, se quiere quedar en esta orilla, creo que le quedaba alguna esperanza, la esperanza que, como dijera Tales de Mileto, es lo único común que tenemos los seres humanos, porque hasta el que lo ha perdido todo la posee.
Ya yo había perdido la esperanza hacía rato o como decimos en Cuba la esperanza mía era verde y se la comió un chivo, parece que Amir ha extraviado la suya también. Si porque a pesar de todo con Fidel vivo había cierto juego todavía, él necesitaba a los intelectuales y a veces les daba cordel, siempre que no se extralimitasen y lo atacasen personalmente, pero para sostener su imagen le era imprescindible alguna intelectualidad y a veces toleraba algún que otro muchacho bocón, aunque les hiciera la vida un yogurt, porque teniendo el control de los medios de difusión, se puede aminorar su influencia sobre la gente, por eso se permite en los teatros el humor que no se permite en la televisión, por eso los discos de Carlos Varela o de Frank son clandestinos, como los casetes de Punto y Coma, por eso los artistas tienen el privilegio de la libertad de salir y entrar al país y trabajar en el exterior, siempre que paguen sus impuestos y no actúen en Miami, y por otra parte se ha encargado de mantener al pueblo en la incultura y la ignorancia y entonces la gente desconoce quien en Vargas Llosa, Jorge Edwards o Milán Kundera y hasta Heberto Padilla o Raúl Rivero, pero si, le era necesario cierta tolerancia, mínima pero existía, en función de cierta imagen exterior, para mantener un poco de “credibilidad” internacional, pero para el general, un intelectual contestatario, aunque sea moderado, es una patada en los berocos y como no está pendiente de los grandes escenarios como Fidel, no quiere ser vedette, ni estrella de cine, le da lo mismo meter preso hasta el pinto de la paloma, ya no hay una imagen que mantener, con Fidel hasta eso se pierde. ¿Será este el principio de la desbandada? Aunque ya para los que quedan aquí, parece que no habrá desbandada ninguna, primero porque son muy pocos, segundo porque algunos son muy viejos, tercero porque otros están muy comprometidos y cuarto porque a muchos les falta talento. Bueno, en todo caso, el último que apague la luz. Sólo espero que a Amir le vaya bien, es mejor ser un elefante blanco de frío que un elefante muerto o preso, que su exilio no sea largo, como lo fuera para CAIN o para Padilla y que no muera allá como Susimil y si se va a prostituir que sea del cuerpo y no del alma, porque “cuando se prostituye el alma ya no hay nada que salvar”.
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