Tú que cogiste la guagua
cargando triste mochila,
con paticas de chinchila,
que nos has tomado ni agua.
Tú que vienes de Cunagua,
con tus sueños demenciales
de conquistar manantiales
de saber y de razón
te voy a cantar un son
de la Habana y sus portales.
La Habana perla plateada
del coral de las antillas
llave de las dos orillas
de la América adorada.
Sus portales son, de orines,
depósitos pestilentes.
Asquerosos, repelentes,
de puya están sus jardines.
Como de caballos, crines
de escayolas, hechas trizas,
asoman a sus calizas
y en decaídos revocos
podrás poner tus enfocos
si en sus calles te deslizas.
Metrópoli centenaria,
capital de los cubanos,
de sentimientos humanos
y belleza legendaria.
Si no te da tanta prisa
y alrededor bien observas,
ves las latas de conservas,
abiertas como sonrisa,
sus olores a la brisa
conceden sin dar reparo
y si miras desde el faro
del Morro hacia Malecón
no encuentras ningún rincón
dando a la belleza amparo
Cuna de nobles poetas
científicos y doctores
obreros y embajadores
ajedrecistas y atletas.
Desde la torre callada
donde está la Giraldilla
o de cualquier torrecilla,
la Habana destartalada
parece fue bombardeada.
Las retortas de concreto,
para nadie es un secreto,
cunden por todas partes
y ni pinturas, ni artes
se ven por Monte Barreto.
De maneras disolutas
en tus cantinas y bares
florecieron los lugares
de jugadores y putas.
De sus brillantes estilos
que le dieron gloria y fama
no queda una sola flama.
Lo que se ve entre sus tilos,
escasas ya de rutilos,
son cúpulas decadentes,
que de colores decentes
quedan ya muy pocas gotas,
están llenas de pegotas,
de reparación urgentes.
En sus muros y callejas
se ve la gloria que fue
y la exquisitez se ve
en la cumbre de sus tejas.
Si te sales, del Obispo
(la calle), la Catedral,
y algún que otro hospital,
allí tremendo mordisco,
en los espíritus mismos
de la ciudad, le ha plantado
el repello dislocado.
Barandales que se aquejan,
en la vista huellas dejan
de un tiempo mejor pasado.
De bellezas singulares
preñado está tu paisaje;
dignos de menos ultraje
tus rascacielos impares.
Columnatas y balcones,
pilares muy derruidos,
arcos, que con muchos ruidos
caen abajo. ¿Sus razones?
Son ráfagas de ciclones.
Si te fijas en sus calles,
no permiten que soslayes
como está su pavimento
roído ya por el tiempo
preciso es que lo halles.
Si otrora fuiste elogiada
por trovadores y bardos
se debió a tus bellos arcos
y a tu región bien trazada
Si por Prado tú caminas
desde Colón a Neptuno
reparado no hay ninguno
de sus portales. ¿Te obstinas,
siguiendo te determinas
a alcanzar San Rafael?
¿Descubriendo la vía del
Boulevard, vas a Galiano?
No se me asuste mi hermano,
peor está San Miguel.
Elogiosos monumentos
de patriotas libertarios
y vergeles centenarios
vieron mejores momentos.
Si hacia atrás retornando
bordeado el Parque Central
pasando hotel colosal
doblas Animas, tanteando
la derecha, vienes dando
con una noble estructura,
de una línea digna y pura:
Palacio de la Mortera;
vendrás viendo por la acera
la realidad cruda y pura.
Y en el surtir de tus fuentes
se bañaron los amores
y sublimes esplendores
adornaron tus corrientes
¿Y descubriendo a Zulueta
al Sloppy Joe’s se arrima?
Si no se le viene encima
por no estar bien sujeta;
¡Vaya suerte que le aprieta!
Y si miras para el frente
debieras tener presente
cruzando la calle, opuesto,
un edificio modesto
con una cubierta ausente.
En tus estancias sombrías
florecieron los vitrales
de lujuriosos cristales
y hermosas marqueterías.
Si andando viene por Monte,
Estrella, Sitio, Maloja
no te encuentras ni una hoja
de puerta que no desmonte,
ni aunque a Manglar se remonte.
A noble carpintería,
que no tiene un solo día
sin que le llueva y se moje,
preciso es que le aloje
alguna mirada fría.
En grabados y pinturas
te plasmaron los artistas
desbordando las aristas
de telas vastas y duras.
Entrando a quinta avenida
yendo desde Malecón,
buscando, como un buscón,
a la derecha torcida,
puedes ver la casa herida
con sus techos de esmeralda,
que le han virado la espalda;
carpinteros y albañiles
desde hace muchos abriles
que no le zurcen la falda.
Patrimonio te declaran
de la sabia humanidad
asientes con humildad
y tus oscuros se aclaran.
¿Has por Línea barruntado
la doliente situación
qué no le ves solución?
De este golpe tan mal dado
no se salva ni el Vedado.
Y si vas por Diez de Octubre,
donde la tierra se cubre
de un tinte nada dorado,
tienes que tener cuidado
todo esta lleno de mugre.
En tus llanos y colinas
en tus barrios y repartos
vienen dándose los partos
de construcciones en ruinas.
¡Ay! Sobrino de Manana
¡Cuanto agravio y cuanto ultraje
a la memoria le traje
para el día de mañana!
Cuanto requiere la Habana,
más que un pasado de mano,
recia labor del humano
para conservarla bien
y que no muera también
la capital del cubano.
Si los ignaros te agreden
habrás de poner remedio;
tendrás que buscar el medio
de que tus valores queden.
Aquí termino mi trino,
que el tufo del “camello”
me viene llegando al cuello.
Y si no me muevo fino
a la orilla del camino
rodando vendré a parar
y con mis huesos a dar
derechito al cementerio.
Doblando ese ministerio
ya me tengo que bajar.
miércoles, febrero 21, 2007
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3 comentarios:
hola, la casualidad me trajo a este blog, desde leugo que me hagustado todo lo que he leido,pero soy del Central Cunagua y quiero saber por qué aludes a ese sitio...gracias
cuanta poesia desperdiciada en comentarios ideologizados....
Esos versos son graciosísimos...... ¿habré sido yo la cunagüera de las patas de chinchila?.....de eso ya hace muchos años;llegué a La Habana soñando, soñé tanto..... y sin ver cumplidos mis sueños salté el charco y sigo soñando...ojalá que siempre sueñe y nunca se me conviertan en pesadillas....las pesadillas las vivo cada vez que regreso y son esos versos los que veo en las calles de La Habana.
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